El auge del comercio online y el escaparate que encarnan las redes sociales han abierto la puerta de par en par a la proliferación de las falsificaciones de productos de moda con, a priori, la indulgencia de las plataformas digitales.

¿Y en que medida afecta esto a la moda de segunda mano y la streetwear? Pues de una manera incluso más elevada. Al ser ropa que se vende desde intermediarios y no desde la marca propia, los falsificadores tienen muchas más facilidades para engañar a las tiendas de segunda mano y sus clientes. Esto se ve además muy incrementado en las zapatillas.

Marcas como Adidas o Nike, utilizan mucho colaboraciones y diseños exclusivos y que se venden de manera limitada. Como suele pasar con la moda urbana, estos diseños adquieren un nivel de status social muy elevado y llegan a revenderse por el triple de su precio original. Aquí es dónde entran los falsificadores con prendas y zapatillas cada vez más precisas. Y claro, en fotografías de Internet, es casi imposible ver los detalles que las hacen falsas frente a las originales.

Cómo detectar las falsificaciones

Existen diversas páginas y expertos que se dedican a identificar estas falsificaciones. Todas ellas suelen coincidir a la hora de las técnicas que utilizan para comprobar si algo es falso o no:

- El logo: las variaciones en la imagen más característica de una marca suelen estar siempre presentes y es dónde más fallos se suelen encontrar.

- El número de serie: esto suele ser más difícil para el consumidor medio, pero alguien más experto puede comprobar un producto rápidamente con esto.

- El material: lo más obvio en las imitaciones. Es lo que suele determinar el bajo precio de estos productos. Si se comprueba el tacto con las prendas originales es fácil identificar cuál de las dos es falsa.

- Las costuras: la manera de fabricación también está menos cuidada y si el color de las costuras es muy visible y no concuerda con el tono de la prenda…es falsa.

Los expertos y la propia industria apuntan a la naturaleza del sector, a la que se suma a una regulación muy alejada de lo digital. Ahora, la esperanza es que la Ley de Servicios Digitales (DSA) les ponga coto.

Sobre la mesa aparece la responsabilidad de las plataformas con el contenido que se publica en ellas y la figura de gatekeeper para diferenciar aquellas que cuentan con demasiada influencia en el mercado.

Esto, explicado de otra forma, busca plantear las normas que deben aplicarse al contenido normal y a cuáles deben ceñirse los patrocinados y otras publicaciones de carácter publicitario. 

"Medidas como la obligación de verificar correctamente la identidad de sus usuarios o bloquear de forma permanente a infractores reincidentes podrían ayudar a equilibrar la balanza y ofrecer más seguridad tanto a marcas como consumidores".

Sin embargo, las reticencias sobre cómo será la actuación de los gigantes tecnológicos persisten.

"Supone un paso adelante, sin duda, pero en entornos tan cambiantes tendremos que ver cómo se ejecutan en la práctica estas nuevas obligaciones a grandes proveedores de servicios como Amazon, Alibaba o Meta". 

Y señala que la ley solo será positiva en la medida en que se introduzcan nuevas obligaciones para este tipo de plataformas y para otros intermediarios de servicios digitales. El fin es claro: "Forzarlas a ser más proactivas en la lucha contra las falsificaciones".