Se trata de uno de los creadores con más influencia y mayor proyección mundial, y a su vez, embajador de Canarias, de cuyo origen se siente orgulloso. Con una larga trayectoria en el diseño de zapatos, estudió idiomas y Arte en Ginebra antes de trasladarse a París en 1965 donde decidió dedicarse al diseño. Tras un largo proceso de aprendizaje en el que recorrió las fábricas de todo el mundo, este artista se instaló en Londres, desde donde despegó su carrera que hoy todos conocemos.

Ya que no es ni científico ni profesor y tampoco creía que "se le concediera la distinción por su periplo vital", Blahnik consideró que, en su discurso de agradecimiento, lo mejor era hablar de su profesión como dibujante. Dedicó buena parte de él a explicar su proceso creativo. Su labor como creador de zapatos comienza por analizar, observar y grabar mentalmente lo que ve a diario. Se deja influir por el cine, el arte, los museos y la naturaleza.

El siguiente paso es el dibujo del modelo, la elección de los materiales y, finalmente, un momento que considera "muy especial" y del que disfruta mucho: la confección con sus propias manos del primer zapato que, una vez terminados, nunca más vuelve a tocar con sus manos.

Durante su discurso, habló de su vida "ajetreada y cosmopolita", que le lleva a viajar constantemente para promocionar sus creaciones. Según Blahnik, este estilo de vida "es una carga" que trata de llevar dignamente: entiende que es necesaria para difundir su trabajo. También insistió en que de lo que realmente disfruta es de la observación de lo que le rodea y su reflejo en los zapatos. Cerró su intervención agradeciendo a la Universidad de La Laguna el nombramiento de Doctor Honoris Causa en condición de artesano zapatero palmero. "Estoy muy orgulloso de serlo", aseguró.